Emily/Eymi
Emily/Eimy
En
una noche tranquila aunque llovía, se encontraba un joven que corría lo más rápido
que podía, aquel joven escapaba de su muerte.
Corrió
y corrió hasta llegar a una pequeña carpa de circo, pensó que estaría a salvo,
por que escuchaba risas de niños y adultos, también se escuchaba a una niña
cantar cerca de aquella carpa, el dudo en acercarse y se dirigió directo a la
carpa hasta que escuchó un fuerte grito que le helo la sangre, el ya no podía correr
aquella sensación de miedo lo detuvo por completo, ¿Qué hizo él? ¿Por qué querían
matarle? Eran las preguntas que se formaron en su mente mientras escuchaba como
se acercaban a él.
-Vamos
tu sabes lo que hiciste o ¿te niegas a aceptarlo?-
Se escuchó
la voz de una niña y en esos instantes, aquellas risas se detuvieron y aquella
carpa a la que quería a la quería llegar resultó ser una ilusión, empezó a
llorar y se dio la vuelta para ver quién estaba tras suyo, era una joven que
aparentaba estar entre los 13 o 14 años, vestía un vestido rosa, sus zapatos
blancos con detalles rosados, su cabello largo y negro. Aquella niña usaba una máscara
blanca con detalles negros.
-Tú
sabes lo que hiciste. Personas como tú deben pagar-
El joven
cayó de rodillas mientras con ambas manos sujetaba su cabeza y varios recuerdos
pasaron por su mente. Él recordó todo lo malo que hizo, molestar a sus compañeros,
causar la muerte de uno por una broma, ofender a la gente que trabajaba en las
calles, golpearles, hacerles de menos.
Empezó
a llorar y pedir perdón por todo lo que hizo.
La niña
se inclinó hasta quedar a la altura del joven, se quitó su máscara, le pidió que
la mire, él alzó su vista y no pudo creer lo que vio.
La pequeña
tenía sus ojos rojos con cicatrices en forma de cruz en sus ojos y su sonrisa
era la de un maniático, -Es hora de jugar- dijo sin dejar de sonreír mientras
tomaba un bate el cual llevaba escondido, se puso de pie.
-Soy
Eymi y ya es hora de jugar- fue lo último que dijo mientras golpeaba al chico
hasta matarlo.
Eymi
desapareció en la lluvia, pero lo que ella no sabía era que había dos personas cerca,
una la que contó esta historia y la otra
que la seguía desde la oscuridad.
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